Alfonsina Storni

Poetisa y escritora – Capriasca, Suiza, 29 de mayo de 1892 – Mar del Plata, Buenos Aires, Argentina, 25 de octubre de 1938

Alfonsina Storni fue una destacada poetisa y escritora argentina asociada al modernismo. Nacida en Capriasca en 1892, pasó su infancia en San Juan y luego se trasladó a Rosario, donde su madre fundó una escuela y su padre estableció un café. Tras trabajar como camarera en el negocio familiar y descontenta con este empleo, se independizó y se dedicó al teatro, realizando giras por diversas provincias.

Durante su carrera, Storni ejerció como maestra y escribió poesía y obras de teatro. Su estilo literario, feminista y original, ha sido elogiado por su contribución al cambio en la literatura latinoamericana. En su poesía, abordó temas como la enfermedad, la muerte y el feminismo, utilizando recursos vanguardistas como el antisoneto.

Diagnosticada con cáncer de mama, Storni se sometió a una operación y posteriormente a un estudio quirológico incorrecto, lo que la sumió en una profunda depresión. Finalmente, se suicidó arrojándose al mar en Mar del Plata. Su trágica muerte inspiró la famosa canción «Alfonsina y el mar». Sus restos descansan en el cementerio de la Chacarita en Buenos Aires.

Un recorrido a través de

Imágenes y Momentos

Alfonsina Storni de niña

“Tienes un deseo: morir. Y una esperanza: no morir”.

Fotografía del Archivo General de la Nación.

Alfonsina Storni a los 24 años.

Cuando publicó «La inquietud del rosal».

«El rosal en su inquieto modo de florecer
va quemando la savia que alimenta su ser.
¡Fijaos en las rosas que caen del rosal:
Tantas son que la planta morirá de este mal!
El rosal no es adulto y su vida impaciente
se consume al dar flores precipitadamente.»

Alfonsina Storni

“Hombre pequeñito que jaula me das. Digo pequeñito porque no me entiendes, ni me entenderás. Tampoco te entiendo, pero mientras tanto ábreme la jaula que quiero escapar. Hombre pequeñito, te amé media hora, no me pidas más”.

Alfonsina Storni

Mar del Plata, Buenos Aires.

“¿Qué mundos tengo dentro del alma que hace tiempo vengo pidiendo medios para volar?”.

Alfonsina Storni

“Las primaveras al marcharse dejan las lloviznas de otoño preparadas… Pequeña, ve despacio, mucho juicio, no te quemen tus llamas”.

Alfonsina Storni, año 1928

“Los hombres de mi raza no han llorado. Eran de acero”. Documento Fotográfico. Archivo General de la Nación Argentina

Biografía

Alfonsina Storni, a la edad de 24 años, lanzó su obra «La inquietud del rosal». Sus padres, Alfonso Storni y Paulina Martignoni, emigraron junto a sus hermanos mayores, María y Romero, desde Lugano, Suiza, hasta la provincia de San Juan en 1880. Allí establecieron un negocio familiar, la empresa «Cerveza Los Alpes, de Storni y Cía», que pronto se expandió por toda la región.

En 1891, la familia regresó a Suiza, dejando a los hermanos mayores en San Juan. Alfonsina nació el 22 de mayo de 1892 en la aldea de Sala Capriasca, al norte de Lugano. Su padre, un hombre con una naturaleza melancólica, eligió su nombre, que según ella misma indicaría más tarde, significaba «dispuesta a todo». Hubo versiones que apuntaban a que nació en alta mar y otras que discrepaban sobre la fecha exacta de su nacimiento. Fue bautizada en la parroquia de Tesserete, donde aún se conserva una inscripción del sacerdote Osvaldo Crivelli que la describe como «gran poetisa muerta en el mar de la Plata».

Alfonsina creció hablando italiano y en 1896 regresó a San Juan, donde pasó sus primeros años. Desde muy temprana edad, mostró curiosidad e imaginación desbordante, aunque también cierta tendencia a inventar historias. En 1900, con el nacimiento de su hermano Hildo Alberto, tuvo que asumir responsabilidades adicionales para protegerlo.

En 1901, la familia se trasladó a Rosario, provincia de Santa Fe, donde su madre abrió una pequeña escuela domiciliaria para subsistir. Sin embargo, las dificultades económicas persistieron, y Alfonsina, a la edad de diez años, se vio obligada a trabajar lavando platos y atendiendo mesas. El fracaso del negocio familiar, agravado por el alcoholismo de su padre, marcó una etapa difícil en sus vidas.

Mientras tanto, sus primeros escritos comenzaban a ser publicados en revistas locales. En 1910, a los diecisiete años, Alfonsina dejó el hogar para continuar sus estudios en Coronda, donde fue aceptada en la carrera de maestra rural a pesar de no contar con los certificados requeridos. Durante este período, su talento literario fue reconocido por sus profesores, quienes la alentaron a seguir escribiendo.

A pesar de los desafíos y las adversidades, Alfonsina continuó cultivando su pasión por las letras, sentando así las bases de una carrera que la llevaría a convertirse en una de las figuras más destacadas de la literatura argentina.

Alfonsina Storni, reconocida poetisa, llegó a Buenos Aires en 1911, acompañada por su hijo Alejandro, nacido en 1912 sin padre conocido. Su arribo a la ciudad marcó el inicio de una lucha constante por establecerse en un ambiente literario y laboral desafiante. Tras desembarcar en la estación del ferrocarril del Norte, se instaló en una pensión hasta el año siguiente, cuando se vio obligada a mudarse a una casa compartida con un matrimonio. Su determinación por sostenerse económicamente la llevó a desempeñar diversos trabajos, desde cajera en una farmacia hasta corresponsal psicológica para Freixas Hermanos, empresa dedicada a la importación de aceite. Este último empleo, obtenido con esfuerzo ante una competencia abrumadora de candidatos, marcó un punto de inflexión en su situación económica, permitiéndole no solo mejorar su estatus financiero, sino también establecer contactos valiosos en el mundo literario, como José Ingenieros y Manuel Baldomero Ugarte.

A pesar de las adversidades económicas, Storni se abrió camino en el mundo literario de Buenos Aires. En 1916, publicó su primer libro de poesía, «La inquietud del rosal», una obra que reflejaba sus deseos y su experiencia como madre soltera, aunque no obtuvo una recepción entusiasta inicialmente. A través de colaboraciones en revistas como Caras y Caretas y La Nota, Storni cultivó amistades con escritores prominentes como Amado Nervo y José Enrique Rodó, lo que le brindó oportunidades para participar en círculos literarios y eventos importantes. Su presencia en estos ámbitos la consolidó como una figura relevante en la escena literaria de la época y le proporcionó el impulso necesario para continuar escribiendo y publicando.

A lo largo de la década de 1920, Storni continuó enfrentando desafíos personales y profesionales. Aunque su labor como docente en la Escuela para Niños Débiles del Parque Chacabuco en 1921 le proporcionó un ingreso estable, no encontró plena satisfacción en ese trabajo debido a la falta de comprensión por parte de las autoridades. A pesar de ello, su compromiso con la escritura y su participación en eventos literarios nunca flaquearon. Su vida y obra están marcadas por una incansable búsqueda de su voz como mujer y como escritora en un mundo que, en muchos aspectos, era adverso para las mujeres intelectuales de su época.

La relación entre Alfonsina Storni y Horacio Quiroga fue una combinación de afinidad literaria y encuentros personales. Recomendado por Quiroga en una carta a un amigo, Storni y él compartieron momentos cotidianos, como ir al cine juntos. Aunque la naturaleza exacta de su relación sigue siendo un misterio, Storni valoraba a Quiroga como un amigo comprensivo, como lo evidencia el poema que le dedicó tras su suicidio.

Mientras tanto, Storni continuó su carrera literaria, enfrentando desafíos como el fracaso de su obra de teatro «El amo del mundo» en 1927. A pesar de las críticas, persistió en su compromiso con la escritura y la igualdad de género, convirtiéndose en una figura influyente en la escena literaria argentina.

Alfonsina Storni participó en reuniones literarias organizadas por María V. de Muller en Montevideo, donde recitó sus poemas el 12 de julio de 1934. Durante su estadía, se alojó en la casa de Muller y mantuvo una relación cordial con ella. En ese mismo año, Storni publicó «Mundo de siete pozos», dedicado a su hijo Alejandro, recibiendo el elogio de Gabriela Mistral. Pasó los veranos siguientes en Real de San Carlos y Bariloche, enfrentando problemas de salud.

En 1936, Storni dio conferencias destacadas, una de ellas sobre la identidad cultural de Buenos Aires. Posteriormente, en otras ponencias, exploró la creatividad femenina y reflexionó sobre su propia vida. En 1937, publicó su último libro, «Mascarilla y trébol», mientras lidiaba con la pérdida de Horacio Quiroga y su propia enfermedad.

La salud de Storni empeoró en 1938, y fue operada de cáncer de mama en mayo de ese año. Se recluyó en la casa de los Botana en Don Torcuato, pero su condición mental y física se deterioró. A pesar de la atención médica y el apoyo de amigos, incluyendo un examen quirológico previo, Storni no pudo superar su depresión y paranoia.

El 25 de octubre de 1938, Storni fue encontrada muerta en la playa de Mar del Plata, en un aparente suicidio. Su trágica muerte conmocionó a la comunidad literaria, y sus restos fueron trasladados a Buenos Aires, donde recibieron un emotivo homenaje antes de ser enterrados en el Cementerio de la Chacarita.

La obra de Alfonsina Storni sigue siendo recordada y valorada en la literatura latinoamericana, pero su vida estuvo marcada por luchas internas y problemas de salud que finalmente la llevaron a un desenlace prematuro y trágico, en consonancia con las muertes de otros escritores prominentes de la época.