Estela de Carlotto
Enriqueta Estela Barnes de Carlotto (Buenos Aires, 22 de octubre de 1930) es una destacada activista argentina en la defensa de los derechos humanos y presidenta de la asociación Abuelas de Plaza de Mayo.
A fines de 1977, su hija Laura Estela Carlotto fue secuestrada y desaparecida en La Plata, estando embarazada. A través de relatos y testimonios, Estela pudo reconstruir que Laura dio a luz en cautiverio y que su nieto fue apropiado, siendo su identidad alterada. Estela dedicó casi 36 años a la búsqueda de su nieto. Finalmente, el 4 de agosto de 2014, gracias a una prueba de ADN realizada de forma voluntaria por el interesado, el niño fue identificado, convirtiéndose en el nieto número 114 de los recuperados por Abuelas de Plaza de Mayo.
A lo largo de su incansable lucha, Carlotto ha recibido numerosos reconocimientos, entre ellos el Premio de Derechos Humanos de las Naciones Unidas y el premio Félix Houphouët-Boigny, otorgado por la Unesco, en reconocimiento a su labor en la defensa de la memoria, la verdad y la justicia.
Un recorrido a través de
Imágenes y Momentos

Estela y Laura
«Laura nos mandaba a decir que le daban de comer un poquito mejor y que el bebé iba a nacer en junio de ese año, y que si era varón lo iba a llamar Guido, como su papá. Y que yo lo buscara en la Casa Cuna». Estela de Carlotto

Palabras de Laura
Laura en el cautiverio dijo: «Mi mamá no les va a perdonar a los milicos lo que me están haciendo. Y los va a perseguir mientras tenga vida».

Abuelas de Plaza de Mayo
En abril de 1978, Carlotto comenzó a participar en las actividades de las Abuelas de Plaza de Mayo.

Ignacio Guido Carlotto Montoya
El 4 de agosto de 2014, tras una comprobación de ADN hecha voluntariamente por el interesado, su nieto fue identificado, y se convirtió en el número 114 de la lista de nietos recuperados.
Biografía
Su vida dio un giro dramático cuando, en 1977, Laura fue secuestrada por la dictadura militar. Laura, que estaba embarazada, fue detenida junto a su compañero y mantenida en cautiverio.
Durante su detención, Laura dio a luz en condiciones inhumanas, y poco después fue asesinada. Su bebé fue sustraído y le fue robada su identidad. El niño fue entregado ilegalmente a una familia adoptiva, y su verdadero origen fue ocultado, un crimen que se encuentra enmarcado dentro de los delitos de lesa humanidad cometidos por la dictadura en el contexto del robo de bebés. Estela nunca dejó de buscar a su nieto, y con el paso de los años se convirtió en una de las figuras más prominentes en la lucha por la restitución de la identidad de los niños y niñas apropiados durante la dictadura.
Estela se unió a las Madres de Plaza de Mayo, y en 1979 fue una de las fundadoras de Abuelas de Plaza de Mayo, organización que se centró en la búsqueda de los nietos y nietas robados por la dictadura. Desde su dolor personal, Estela canalizó su energía en la búsqueda incansable de la verdad y la justicia, visibilizando uno de los crímenes más aberrantes del régimen: el robo de bebés, que dejó miles de niños y niñas con identidades falsas y alejados de sus familias biológicas.
A lo largo de los años, Estela y las Abuelas enfrentaron numerosas dificultades, amenazas y represión por parte de la dictadura, pero nunca abandonaron su lucha. La desaparición de su nieto representó para Estela la herida más profunda, pero también la motivación para unirse a todas las abuelas que, como ella, buscaban la restitución de los niños robados. Su incansable búsqueda fue un símbolo de resistencia en medio de la tragedia, y su figura se convirtió en un faro de esperanza para otras familias que atravesaban el mismo dolor.
Finalmente, en 2014, después de más de 30 años de lucha, Estela vivió un momento de profunda emoción cuando su nieto Guido, quien ya tenía 36 años, fue identificado y restituyó su verdadera identidad. El reencuentro de Estela con Guido fue un acto de justicia que significó no solo la recuperación de un ser querido, sino también la victoria de las Abuelas sobre la impunidad y el olvido. Este reencuentro fue un testimonio de la importancia de la memoria, la verdad y la justicia, y reflejó el trabajo incansable de Estela y las Abuelas en la recuperación de más de 130 nietos. El nieto de Carlotto adoptó el nombre de Ignacio Guido Carlotto Montoya, conservando así parte de su nombre original y tomando el nombre y apellidos de sus padres reales.
El activismo de Estela trascendió las fronteras de Argentina, convirtiéndola en una figura internacionalmente reconocida por su defensa de los derechos humanos. A lo largo de su vida, Estela no solo luchó por la restitución de la identidad de los niños apropiados, sino también por la memoria de los desaparecidos y la justicia por los crímenes de la dictadura. Su trabajo en Abuelas de Plaza de Mayo ayudó a visibilizar los crímenes de lesa humanidad, y su incansable lucha la convirtió en un ícono de la resistencia pacífica.
Hoy, Estela sigue activa en su lucha, convencida de que la memoria es fundamental para evitar que los horrores del pasado se repitan. La restitución de Guido no solo fue un triunfo personal, sino también un triunfo colectivo que marcó un hito en la historia de los derechos humanos en nuestro país. El legado de Estela de Carlotto, tanto a nivel nacional como internacional, sigue siendo una inspiración para quienes defienden la justicia, la reparación y la memoria.